Por Martin Wilson
Martin Wilson fue Director de Finanzas por 28 años del ministerio internacional Every Home for Christ (EHC) en Estados Unidos, lo que en la Argentina conocemos como Cruzada a Cada Hogar, hasta su jubilación por invalidez en 2005.
En octubre de 2014, Martin me compartió su testimonio escrito de puño y letra, autorizándome a publicar su experiencia con el mal de Alzheimer con el propósito de exaltar el nombre del Señor Jesucristo.
Rino Bello, Director de Cruzada a Cada Hogar, Argentina, octubre de 2014.
“En 2004 comencé a tener problemas para usar mis hojas de cálculo Excel. No podía trabajar en programas que había utilizado durante años sin inconvenientes. Pensé que algo estaba mal con mi computadora así que le pedí a mi director de Contabilidad que revisara mis equipos.
“Martin, no hay nada malo con el ordenador o las hojas de cálculo”, me dijo después de unos minutos. Me quedé muy sorprendido, pues todo me salía mal y empeoraba con el paso de los días.
También empecé a tener problemas al conducir mi coche de un lugar a otro. Me olvidaba dónde iba y a menudo tenía que parar y pensar en ello por un largo tiempo. Un día me encontré en el estacionamiento de la Primera Iglesia Bautista sin tener la menor idea de por qué estaba allí. Me quedé un rato largo hasta que ví la tarjeta de un médico oculista, lo que me dio una pista de dónde estaba y logré salir.
Cierta vez me detuve en una estación de servicio pero no podía recordar si había llegado recién o estaba allí desde hacía mucho tiempo; tampoco recordaba a dónde tenía que ir. Llamé a mi esposa y le conté que estaba completamente confundido y le pedí que me ayudara llegar a casa.
Mis correos electrónicos comenzaron a tener graves errores de puntuación y su contenido resultaba incoherente. La gente empezó a comentar sobre eso y dejaron de escribirme. El director de Recursos Humanos de EHC llamó a mi hijo mayor y le contó el problema. Inmediatamente se puso en campaña.
Hablé con mi médico acerca de estos cambios en mi vida y me pidió dos resonancias magnéticas de mi cerebro en busca de un Accidente Cerebrovascular (ACV), pero no apareció ninguna lesión. Después de unos meses de disminución de mi capacidad mental, ordenó hacerme más estudios por algún otro trastorno mental. Eso cambiaría mi vida.
En junio de 2005 fui enviado para la prueba al Burrell Behavioral Center en Springfield, en el estado de Misouri. Este centro de estudios está lleno de psiquiatras y neuropsicólogos, quienes me estudiaron durante seis horas con todas las herramientas conocidas de “rendimiento mental” . Estaba exhausto al final del día y sentía que había hecho todo mal.
La semana siguiente recibí un informe de 13 páginas sobre mis pruebas que describía los resultados de cada una de las pruebas a las que había sido sometido. Y yo no estaba preparado para el diagnóstico: ¡mal de Alzheimer! Vi a mi madre morir una muerte horrible por el Alzheimer y no quería nada de eso para mí.
Le di el informe a mi esposa, lo tomó en sus manos y fue a leerlo a otra habitación. Una hora más tarde salió de la habitación a los gritos: “¡Este no es el Evangelio”! y comenzamos a orar y recitar Isaías 53. 5 “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.”
Por desgracia, seguí empeorando y fui retirado de mi trabajo tras 28 años de servicios en EHC. Mis compañeros de trabajo prometieron orar por mí, y en todo el mundo también hubo hermanos que oraron por mi vida. Intenté seguir haciendo una vida normal hasta que tuve accidentes muy serios conduciendo mi automóvil y me quitaron la licencia.
En 2007 ya estaba confinado en mi casa y la única manera de salir era que alguien me llevara a algún lado. Mi hijo menor se convirtió en el cuidador de la casa y mi hija Julie venía todos los días a darme la comida, administrar los medicamentos y hacer los quehaceres del hogar.
¡Había entrado en un túnel indescriptible! Llegué a estar 2 años y 20 días en la cama ininterrumpidamente y bajé 47 kilos Desde que ingresé en ese túnel del tiempo en 2008 hasta 2013 todo lo que sé de mi vida y de mi familia es por lo que me han contado.
Vivía sentado en un sillón frente a una televisión que miraba pero no entendía, hasta que comencé a balbucear palabras incomprensibles. Empecé a imaginar visitas de mis compañeros de oficina, pero claro que no había nadie en la habitación.
El 12 de Abril del 2008 mi esposa murió y yo ni siquiera fui a su entierro. Me había olvidado del amor de mi vida.
Era una vida sin sentido, hasta que el 15 de Junio del 2013 escuché la voz audible del Señor que me dijo: ‘…Martín he venido para curarte’. Inmediatamente busqué una Biblia para leerla y cuando mi hijo ingresó a mi habitación me dijo: “…Papá, ¿qué estás haciendo ?”.
Las cosas comenzaron a cambiar, y rápidamente. Lo primero que le pedí a mi hijo fue que me llevara a la Iglesia donde él se congregaba. Me llevó a la Destinity Church, una Iglesia Cuadrangular. La alabanza y la adoración me sacaron de la oscuridad y por la predicación fui desafiado a crecer fuera de la enfermedad ya que el Señor me había sanado.
En julio fui sometido a una serie de estudios con los médicos que me habían tratado desde 2004, y todos quedaron asombrados y dijeron que estaba curado. Otros médicos suponían que iba a recaer con el paso del tiempo.
Recuerdo que uno de los doctores me dijo que en 25 años de ejercicio de la profesión nunca había visto a alguien recuperarse del Alzheimer. “Esta es una sanidad divina”, me aseguró. Comencé a llamar por teléfono, a visitar a mis amigos y a vivir una vida normal, experimentando en mi propia experiencia el Salmo 103. 3: “ Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias”. Había vuelto a vivir.
El 26 de enero de 2014 la tragedia volvió a tocar la puerta de mi casa. Mi hijo Adam, el hombre que por años fue mi cuidador, falleció después de una cirugía. Mi corazón estaba destrozado, pero él se había ido con su Señor y eso me reconfortó.
Mi hijo mayor quería internarme en un centro de asistencia para que alguien cuidara de mí. Yo me negué porque sabía que estaba sano y que podía vivir solo. Mi hijo insistió y solicitó por escrito que mi médico me autorizara a vivir solo. El médico escribió una carta diciendo que estaba “libre de todos los síntomas de la enfermedad”. Desde que falleció mi hijo Adam, estoy viviendo por mi cuenta.
En abril de 2014 decidí volver a conducir mi automóvil, pero mi familia se negaba a dejarme conducir hasta que fui a la oficina de Tránsito de la ciudad y solicité mi registro. Me hicieron llenar muchos formularios por mi edad y por mis antecedentes de Alzheimer, pero todas las pruebas de salud, y los exámenes oral y práctico dieron 100 por ciento satisfactorio. Desde entonces soy como un adolescente conduciendo sin dificultades por la ciudad.
He dado mi testimonio en varias Iglesias, y al momento de escribir este testimonio una Iglesia de las Asambleas de Dios me pidió que vaya a compartir mi historia. Tengo una agenda extensa de invitaciones. Oren por mí.
Finalmente, mi hijo mayor Tony, director de Proyectos de la Unidad de Alzheimer de la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota, pidió que docenas de médicos de esa unidad , profesionales que oyeron hablar de mi curación, me revisaran. Así lo hicieron y todos certificaron mi sanidad. ¡Estoy curado!
Gracias por sus oraciones, los amo.
Martin Wilson
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